martes, 21 de julio de 2020

XXIX DOMINGO ORDINARIO, DOMUND

"Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”
Ciclo "A" verde
PRIMERA LECTURA (Is 45, 1. 4-6)
Del libro del profeta Isaías
Así habló el Señor a Ciro, su ungido, a quien ha tomado de la mano para someter ante él a las naciones y desbaratar la potencia de los reyes, para abrir ante él los portones y que no quede nada cerrado: “Por amor a Jacob, mi siervo, y a Israel, mi escogido, te llamé por tu nombre y te di un título de honor, aunque tú no me conocieras.
Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay Dios. Te hago poderoso, aunque tú no me conoces, para que todos sepan, de oriente a occidente, que no hay otro Dios fuera de mí. Yo soy el Señor y no hay otro”. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 95)
R. Cantemos la grandeza del Señor.
Cantemos al Señor un canto nuevo, que le cante al Señor toda la tierra.
Su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación sus maravillas.R. 
Cantemos al Señor, porque él es grande, más digno de alabanza y más tremendo
que todos los dioses paganos, que ni existen; ha sido el Señor quien hizo el cielo. R.
Alaben al Señor, pueblos del orbe, reconozcan su gloria y su poder
y tribútenle honores a su nombre. Ofrézcanle en sus atrios sacrificios. R.
Caigamos en su templo de rodillas. Tiemblen ante el Señor los atrevidos.
“Reina el Señor”. digamos a los pueblos. Él gobierna a las naciones con justicia. R.

SEGUNDA LECTURA (1 Tes 1, 1-5)
De la carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses
Pablo, Silvano y Timoteo deseamos la gracia y la paz a la comunidad cristiana de los tesalonicenses, congregada por Dios Padre y por Jesucristo, el Señor.
En todo momento damos gracias a Dios por ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar las obras que manifiestan la fe de ustedes, los trabajos fatigosos que ha emprendido su amor y la perseverancia que les da su esperanza en Jesucristo, nuestro Señor.
Nunca perdemos de vista, hermanos muy amados de Dios, que él es quien los ha elegido. En efecto, nuestra predicación del Evangelio entre ustedes no se llevó a cabo sólo con palabras, sino también con la fuerza del Espíritu Santo, que produjo en ustedes abundantes frutos. Palabra de Dios.

ó bien cuando se celebra DOMUND


SEGUNDA LECTURA (Rom 10, 9-18)

De la carta del apóstol san Pablo a los romanos 
Hermanos: Basta que cada uno declare con su boca que Jesús es el Señor y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, para que pueda salvarse. 
En efecto, hay que creer con el corazón para alcanzar la santidad y declarar con la boca para alcanzar la salvación. Por eso dice la Escritura: Ninguno que crea en él quedará defraudado, porque no existe diferencia entre judío y no judío, ya que uno mismo es el Señor de todos, espléndido con todos los que lo invocan, pues todo el que invoque al Señor como a su Dios, será salvado por él.
Ahora bien, ¿cómo van a invocar al Señor, si no creen en él? ¿Y cómo van a creer en él, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír hablar de él, si no hay nadie que se lo anuncie? ¿Y cómo va a haber quienes lo anuncien, si no son enviados? Por eso dice la Escritura: ¡Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero que trae buenas noticias!
Sin embargo, no todos han creído en el Evangelio. Ya lo dijo Isaías: Señor, ¿quién ha creído en nuestra predicación? Por tanto, la fe viene de la predicación y la predicación consiste en anunciar la palabra de Cristo.
Entonces yo pregunto: ¿Acaso no habrán oído la predicación? ¡Claro que la han oído!, pues la Escritura dice: La voz de los mensajeros ha resonado en todo el mundo y sus palabras han llegado hasta el último rincón de la tierra. Palabra de Dios.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO  (Flp 2, 15. 16)
R. Aleluya, aleluya.
Iluminen al mundo con la luz del Evangelio reflejada en su vida. R. 

EVANGELIO  (Mt 22, 15-21)
Del santo evangelio según san Mateo
En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo.
Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: “Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César?”
Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contestó: “Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo”. Ellos le presentaron una moneda. Jesús les preguntó: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?” Le respondieron: “Del César”. Y Jesús concluyó: “Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Palabra del Señor.

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